Masters

Lecciones desde los pares 3 de Augusta National

Ayer, como cualquier jornada de miércoles del Masters, se disputaba el concurso de pares 3, ese que tiene la maldición de que quien lo gana no se lleva el Masters y, por lo visto ayer, algunos como Bo Van Pelt se la toman muy en serio: cuando iba líder en el green del 9 dejó a su hija puttear y automáticamente la vuelta dejó de ser válida, rechanzando así un resultado que le hubiese servido para proclamarse campeón. Fue finalmente Ted Potter Jr. quien se llevó el torneo, en un desempate con dos jugadores más, Mickelson y Matt Kuchar.
Los telespectadores que disfrutamos viendo retransmisiones deportivas por televisión, ayer podíamos elegir entre ver los cuartos de final de la Champions League, donde el F.C.Barcelona no lo tenía resuelto, o ver a «los tres abueletes» que jugaban los 9 pares tres. Está claro que elegí el golf, porque ver jugar a los Tres Grandes a esta edad, con esa paz que transmiten, esas ganas de agradar a los que se han acercado ahí para verles, es admirable. Y no deja de sorprenderme el estado de forma de Gary Player al que ayer le hacía de caddie uno de sus 22 nietos. Y ojo, que tan sólo le quedan dos que no le hayan hecho de caddie en esta prueba.

Los Tres Grandes lo han conseguido todo desde el punto de vista deportivo, económico y hasta social, ya que el calor que reciben del público así lo demuestra. Pero es algo que no les ha caído del cielo. Si nos fijamos, por ejemplo, en como Arnold Palmer trató ayer a los niños que le pedían autógrafos o a la niña que le pidió el guante, no nos cuesta imaginarnos porque los Tres Grandes recogen tantas y tantas muestras de cariño allá por donde pasan.
Resulta curioso ver cómo estos tres señores de avanzada edad, con unos palmarés inmejorables y que les podría servir de excusa para no atender tanto tiempo a los fans, siguen dedicando un tiempo importante a sus fans; mientras que en otros deportes, los deportistas con un palmares a veces ni estrenado, cuando se cruzan con sus fans lleven sus megacascos puestos y así ni escuchen lo que sus fans opinan o desean, no vaya a ser, que quieran hacerse una foto o que les firmen un autógrafo.
Imagen| Masters

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