Ayer por la mañana podría haber seguido por televisión el desenlace del torneo del Abu Dhabi HSBC Golf Championship, pero pensando que Martin Kaymer seguiría con su demostración de buen juego, como lo había hecho en el US Open del 2014, preferí hacer otras cosas. Craso error.
A Martin Kaymer se le escapó un torneo que casi tenía en su bolsillo, pocos o ninguno podía imaginarse el desenlace final, en el que Gary Stal se acabaría imponiendo. Pero el primer pensamiento que me vino a la cabeza al enterarme del desenlace final, no fue otro que preguntarme, ¿qué hubiésemos dicho si el jugador involucrado hubiese sido un jugador español? o peor aún, ¿os imagináis la que le habría caído a Sergio García de haberle sucedido a él?
No hace falta ser un genio para saber que estas cosas suceden en el golf, que en un momento dado, todo lo trabajado durante toda la semana se puede ir al traste por un mal swing, una mala decisión o la suma de todas a la vez. Nadie se libra de estas cosas, ni nosotros cuando vamos muy bien en una vuelta en un campeonato de nuestro club ni un jugador como Martin Kaymer, que había bordado el golf durante toda esa semana.
Pero que la mayoría sepamos eso, creo que no implica, que la racionalidad fuese la tónica general en los resúmenes de esa última jornada de algunos medios ni de algunos aficionados, si el que hubiese estado involucrado fuese un jugador español. Nos parecemos a las montañas rusas, con nuestros picos de euforia, como los que habríamos tenido durante las tres primeras jornadas, a los depresiones más grandes, como la que nos habría causado ver como un torneo casi ganado se nos iba de las manos.
Somos capaces de pasar de idolatrar a un deportista por la mañana para esa misma tarde quemarlo en la hoguera si las cosas se hubiesen torcido. Complicado de encontrar un punto medio, lejos de la euforia o la decepción, por eso espero, que en Alemania las cosas sean diferentes, porque si no a Martin Kaymer le esperarán meses y meses de críticas, si es que todavía no lo han echado a la hoguera.
