Reflexiones sobre la Solheim Cup y el golf femenino
Reconozco que son muchas veces las que veo campeonato de golf femenino en su totalidad, pero cada dos años, la Solheim Cup, al igual que la Ryder Cup o los tres primeros grandes de cada temporada, provoca que me vea cada jornada de cabo a rabo. Y aunque esta Solheim Cup ha sido emocionante y hemos vibrado con el equipo europeo y con nuestras jugadoras, también considero que es un buen momento para reflexionar sobre esta competición y sobre el golf femenino.
Cuando se disputa la Ryder Cup, la mayoría de jugadores pertenecen al top 50 mundial. Sin embargo, en la Solheim Cup no están presentes las jugadoras asiáticas que, si echamos un vistazo a la clasificación mundial, la mitad de las jugadoras Top 50 son coreanas y japonesas. Es decir, la Ryder Cup, reúne en dos equipos a una importante mayoría de los mejores jugadores del mundo, pero no así la Solheim. ¿Se necesitaría incorporar a las mejoras jugadoras del mundo a una nueva competición estilo Solheim?
Hace ya un par de semanas hablaba de los números Inbee Park, comparándolos con la mismas estadísticas en el PGA Tour. En aspectos claves como el putting, los chicos muestran unos números mucho mejores. Por poner un ejemplo, la líder en putting average, Inbee Park, en el LPGA, tan sólo ocuparía la posición décimo séptima en el PGA Tour; o la jugadora que ostentaba la posición vigésima en el LPGA tan sólo ocuparía con ese mismo resultado la posición 101 en el PGA Tour. Hablamos mucho de la potencia, del número de drives en el PGA Tour que superan las 300 yardas, pero durante el fin de semana, reconozco que en múltiples ocasiones eché en falta el control de la distancia y la habilidad con el putter de los jugadores masculinos, pero más por la calidad de sus fallos que por la calidad de sus aciertos, porque tampoco podemos negar que pudimos ver golpes de grandísima calidad.
El golf femenino es seguido por menos gente que el golf masculino, de hecho, cuando Inbee Park se estaba jugando su cuarto grande consecutivo, los lugareños de St. Andrews no eran capaces de reconocerla, pero este hecho no debiera servir para justificar las pobres retransmisiones que se realizan de competiciones como la Solheim Cup, dándose el caso de que con uno o dos partidos en el campo, no pudiésemos ver ni tan siquiera todos los golpes.
Si el golf femenino tampoco se merece unas retransmisiones tan malas, tampoco se merece situaciones de arbitraje como la sucedida en esta Solheim Cup, en la cual tuvo lugar un ruling de 25 minutos (toda una eternidad) y encima equivocado. No obstante, chapeau para el árbitro que salió a dar la cara ante su error, igualito que en el Masters 2013. (nótese la ironía…).
Tampoco creo que la actitud de las jugadoras norteamericanas, no sólo con su público si no con los mismos árbitros, favorezca el buen espectáculo. La actitud de algunas jugadoras norteamericanas me parecía más propia de un torneo de instituto que de jugadoras de 24 años. Las competiciones por equipos permiten esta emoción en el golf, pero quizás deberían tener claro qué límites no se deben sobrepasar para que el golf y las competiciones no pierdan el espíritu con el que nacieron.
Ovi, debes ser el único «loco» que se traga el golf femenino.He intentado ver algún campeonato, pero el problema es que son muy malas. Pegan en distancia más o menos como un amateur medio-bajo y las jugadoras, sobre todo las asiáticas, tienen menos carisma que un estatua.
El deporte femenino en general me aburre mucho, salvo contadas excepciones, como la gimnasia o el tenis de los 90 con la Graff o la Navratilova.
Discrepo con el comentario, las retrasmisiones del golf femenino pese a la discriminación que sufre por parte de Canal +, las veo todas.
Es cierto que la calidad de la realización de la LPGA es mala, bastante mejor la del circuito europeo.
Tienes razón con lo poco deportiva que tiene la actitud de las jugadoras USA, pero también ocurre con algunos jugadores de la Ryder.