La obsesión excesiva con el hándicap
En agosto del 2014 escribía este post, al producirse un hecho que, a día de hoy, sigo creyendo que es una de las mayores vergüenzas del golf nacional, que no era otra cosa que tener que cambiar el método de acceso a los campeonatos de España Benjamines y Alevines, al no corresponder el nivel de juego que atesoraban algunos jugadores con el hándicap que el sistema decía que tenían.
Desde ese post hasta ahora, he seguido viendo cosas que no me gustan y que quizás tampoco entienda, cosas que me llevaban a afirmar ya en octubre del año pasado que el golf infantil se nos estaba yendo de las manos y que no estábamos formando golfistas.
Quizás tenga yo una manera particular de ver el golf, un filosofía de golf basada en el respeto, en la caballerosidad y donde el honor de cada jugador, es lo más importante, mucho más allá del nivel de juego que diga tu hándicap.
Eso siempre me ha llevado a pensar, que acudir a un puntuable o un campeonato de España no debiera ser un objetivo en sí mismo, si no la consecuencia o el premio a un trabajo que has realizado con tu profesor durante la temporada y que luego se ha sabido trasladar al campo durante las competiciones. Entre otras cosas, porque el entrar o no entrar, no sólo depende de ti, mientras que el trabajo del día a día, la exigencia, la actitud y saber dar brega cuando las cosas no salen bien, sí que depende de uno mismo.
Quizás el equivocado sea yo, quizás mi manera de entender este tipo de competición sea errónea, pero a día de hoy, he de reconocer que los objetivos que tengo con mis hijos jugando al golf son que disfruten y que de desarrollen como personas y deportistas, para que el día de mañana sean verdaderos golfistas. Si el entreno, capacidades y suerte les lleva a otro sitio, bienvenido sea, pero aunque las cosas vengan bien dadas, nunca debiéramos perder la realidad.
La realidad no es otra que lo lógico, que nunca lleguen a vivir de esto y lo ilógico sería que lleguen a competir en los principales circuitos y vivir gracias a pegarle golpes a una bolita. Este punto pienso que algunos padres lo han perdido por completo y que, en algunos casos, no es por otra cosa que por haber puesto más carne en el asador de la que uno debiera haber puesto y llegado ese momento, sólo creen que tienen una huida hacia delante.
Comento lo anterior porque me resulta extraño ver como chicos de primera categoría, son capaces de dejar de competir semanas antes de ciertos puntuables por si llegasen a subir de hándicap, cuando para mi, dichas vueltas serían buenas oportunidades para aprender a jugar bajo presión o circunstancias como las aparentemente acontecidas el último fin de semana en mi isla y que se relatan en la página de Facebook de la Federación Canaria.
Lo siento mucho, pero esa manera de entender del golf no la comparto, esa obsesión por tener una décima exacta de hándicap, esa obsesión por entrar en este u otro campeonato. No entiendo ni comparto obsesiones de tener un número de hándicap, pero si que puedo entender, hasta un punto, jugadores que se empecinen en saber mover bien la bola, jugadores que sepan sacar bajo presión ese golpe que les cuesta, jugadores que entrenan distintos tipos de approach y poder tenerlos ahí en la recamara para cuando el campo se los pida.
Si la obsesión es un número, puede llegar el momento en donde sólo pegues los golpes que sabes que haces bien, aunque el hoyo te pida otro, donde hacer golpes distintos te de miedo, por el temor de subir de hándicap y entonces quizás estemos hablando de un jugador que no logre conseguir todo ese potencial que algún día se pensó que podía llegar a tener.
El golf es un deporte que se puede disfrutar toda la vida y por eso debiéramos tener nuestras vista más enfocada en el medio y largo plazo, que en el corto plazo, que puede estar marcado por entrar o no entrar a una prueba determinada.