Ryder Cup

El Caballo de Troya de Luke Donald en la Ryder Cup 2025: ¿estrategia o casualidad?

Cuando la Ryder Cup se disputa en suelo estadounidense, el ambiente siempre es incómodo para el equipo europeo.

Desde hace décadas, los europeos conviven con un público local que acostumbra a cruzar la línea del respeto mínimo que el golf exige.

De 1983 a 1999: los primeros avisos

En la Ryder Cup del PGA National (Florida, 1983), se vivieron los gritos de “¡Miss it!” dirigidos a Seve Ballesteros y Nick Faldo, que sorprendieron, para mal, a propios y extraños.

El episodio más sonado llegó en 1999, en la de The Country Club (Brookline), cuando Colin Montgomerie y Sergio García sufrieron abucheos e insultos constantes. El clímax llegó con el célebre putt de Justin Leonard, cuando parte del equipo USA invadió el green antes de que José María Olazábal ejecutara su golpe.

2016 y 2021: insultos en Minnesota y Wisconsin

La Ryder Cup de Hazeltine 2016 trajo nuevos excesos. Rory McIlroy, Thomas Pieters y Henrik Stenson denunciaron insultos que obligaron a expulsar a espectadores y forzaron disculpas oficiales de la PGA of America.

En la Ryder Cup de la pandemia, en Whistling Straits 2021, la situación fue algo más controlada, pero Rory volvió a lamentar abucheos y comentarios ofensivos en la preparación del golpe y en el back-swing, en contra de la etiqueta mínima en un evento como este.

Bethpage Black 2025: la peor cara del público

En esta Ryder Cup de Nueva York, la situación ha escalado. El sábado se escuchó el ya famoso “F*** you, Rory McIlroy”, amplificado por un speaker del tee del 1 que fue cesado demasiado tarde. La organización ha fallado en frenar a tiempo esta espiral, o no han querido, o se les ha ido de las manos.

¿La jugada maestra de Luke Donald?

Visto lo visto este año, me surge un pregunta: ¿y si todo forma parte de un plan?

Sí, un plan para dirigir las iras del público a Rory McIlroy, un jugador curtido y acostumbrado a lidiar con la presión y los gritos. ¿Podría Luke Donald haberlo convertido en un “pararrayos” voluntario para desviar la hostilidad del público y proteger a sus compañeros?

Si así fuera, sería una estrategia digna de El arte de la guerra de Sun Tzu o del legendario Caballo de Troya: sacrificar tranquilidad personal para reforzar al colectivo.

Quizá nunca lo sepamos. Pero, de confirmarse, hablaríamos de una de las maniobras psicológicas más brillantes jamás vistas en la Ryder Cup. Por supuesto, Keegan Bradley y su equipo, ni la han visto venir.

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