¡Qué poco valoramos tener la bola en calle!
El otro día escribía sobre las ridículas expectativas que solíamos tener los amateurs en nuestros tiros a green, unas expectativas que mejorarían los resultados de los profesionales del PGA Tour, que está claro que tienen más golf y entrenan más todas las facetas del golf que nosotros, y esa reflexión, junto con una gran vuelta de 18 hoyos de hoy sin tocar ni el driver ni la madera me han hecho pensar sobre lo que valoramos y no valoramos en nuestras salidas al campo.
Quizás el ejemplo no sea extrapolable a muchos campos, pero el de El Real Club de Golf de Las Palmas, es un recorrido estrecho y no demasiado largo, por lo que si uno tiene algo de pegada con los hierros largos, no se va a dejar en muchos hoyos más de 150-160 metros, pero el salir con hierro, al menos en mi caso, me asegura con un porcentaje mucho más alto que con el driver o las maderas, el estar en calle para el tiro a green. Además al tener esa distancia, ponerla en unos greenes pequeños como los de mi club es todo un premio, por lo que en los tiros a green uno no tiene esas expectativas de dejarla dada en cada hoyo.
Esta mañana durante los 18 hoyos del recorrido no toqué ni el driver ni las maderas, fallé cuatro greenes en regulación, lo que finalmente dio lugar a una de las mejores vueltas que he tenido en mi club y claro está, que el estar siempre en calle, aunque con una distancia más larga de lo habitual, ha sido una de las causas por las cuales la vuelta acabó siendo tan buena. ¡Qué poco valoro normalmente la hierba segada al ras!
Es completamente diferente tener 150 metros a green desde la calle que estar a 115 entre los árboles, si además el día es ventoso como el de hoy, el poder tener un buen contacto con la bola, ayuda incluso más. Realmente, no sé si no valoramos estar en la calle o sobrevaloramos los 40 metros extra que nos puede dar el driver o si más bien no evaluamos correctamente los riesgos que asumimos con el cabezón en las manos. Sin tener en cuenta lo que se beneficia además el ritmo de juego al estar en la calle…
Si el otro día dejaba claro que mis expectativas eran casi irracionales con los wedges en las manos,quizás el empezar a soñar desde el tee, tampoco sea la mejor manera de intentar jugarle al campo ¿verdad?. No obstante, resulta también curioso, que cuando estas mismos pensamientos los compartía esta mañana en twitter, algunos de mis seguidores me contestaban, que era algo frecuente el ir haciendo pocas cuando no se deja el cabezón en la bolsa…
Estas mismas reflexiones os la habréis hecho más de una vez, al menos no es la primera vez que yo lo pienso, pero con el paso del tiempo, ese diablillo que nos dice que saquemos el cabezón de la bolsa,vuelte a ganar la batalla, pero ¿por qué no jugamos sólo el cabezón cuando la distancia que vayamos a dejar al hoyo saliendo con hierros o híbridos no sea mayor de 150-160 metros?
Imagen| Liderazgo esencial
Hay una máxima en golf, bola en calle no le mires el detalle, por algo será
Esa no me la conocía y apuntada queda ya…
Totalmente de acuerdo, muchas veces no nos damos cuenta del valor que tiene una bola en calle. Eso sí, siempre queda esa duda de si más vale al lado de green y en el rough para pegar un approach con el blaster, o un hierro 6 en la calle. ¿Qué preferís vosotros?
Los jugadores aficionados solemos pegarle al Driver peor que a cualquier otro palo. En mi caso, la madera 3 la pego mucho mejor que al perro grande, pero el 90% de las veces saco el Driver en cada hoyo, sin tener en cuenta si es un Par 5 o un Par 4 de 350 metros.
Por cosas como esta pago para jugar el Golf en lugar de cobrar por hacerlo 🙂
Por cierto, jugar desde la calle parece un placer sólo al alcance de unos pocos. Los amigos con los que juego habitualmente, y yo mismo, somos grandes expertos en árboles, palmeras, barrancos, agua y arena. Cualquier cosa menos hierba segada al ras. Y claro, cuando por error cogemos calle no tenemos práctica y pegamos una porquería de tiro al green.
El golf es un juego que debería jugarse con estrategia y con un conocimiento profundo de nuestras capacidades. En lugar de eso, los aficionados hacemos lo que hacía Severiano, le pegamos lo más duro posible, buscamos la bola y le seguimos pegando…