Sergio García, su hoyo 17 en The Players y la necesidad de sentir el riesgo
A buen seguro que muchos de nosotros en algún momento de nuestra vida hemos pensado lo innecesario que es el dolor o lo bien que viviríamos sin él. Eso al menos pensaba yo, hasta que en mi adolescencia leí sobre unos hermanos que padecían una rara enfermedad congénita llamada Insensibilidad Congénita al dolor con anhidrosis (CIPA). Al no sentir el dolor, las autolesiones eran frecuentes, les daba igual bajar las escaleras de una en una que intentar saltarlas de veinte en veinte. No es que no se rompiesen los huesos, si no que al rompérselos no sentían dolor, y si en ese miedo al dolor, no eran conscientes del riesgo y de las consecuencias de sus actos. Es decir, el dolor, nos guste más o menos, es necesario para poder sobrevivir, ya que es ese dolor que sentimos, el que nos hace evaluar el riesgo que estamos dispuestos a correr con nuestras acciones.
Ayer al ver el hoyo 17 de Sergio García, me vino a la mente esa incapacidad para medir el riesgo,porque en cierto modo a Sergio García, le dio igual quedar segundo que octavo, le dio igual los puntos del ranking por quedar segundo que por quedar octavo, le dio igual ganar el cheque del segundo que del octavo. Sólo quería una cosa, ganar a cualquier precio, sin sentir la importancia que cada uno de los puntos anteriores tienen para cualquier jugador. A él le dio exactamente igual todo eso, y en un sólo hoyo, dilapidó el trabajo de tres días y medio. Algunos podrán ver atrevimiento, descaro y otros podremos ver una mala gestión del riesgo o una mala valoración de todo lo que se podía perder…
Lo primero es lo primero, y sólo los que llegan empatados al 17 en la última jornada son capaces de perder el torneo. Sergio García ayer estaba en esa situación, en la de arriesgar para ganarlo todo o ser algo conservador y dejarse opciones tímidas de birdie, si entran bien y si no ya llegaríamos al playoff donde, las consecuencias de asumir ese riesgo no son tan catastróficas como lo fueron para Sergio García en el 17.
La decisión de Sergio García de ayer demuestra que su aversión al riesgo, comparada con la de muchos de nosotros o con la de otros jugadores del tour es completamente diferente, el es capaz de arriesgarlo todo por intentar ganar. Es su carrera, su marca personal es su empresa y es verdad que puede salir muy bien, es más, teniendo la calidad que tiene entre sus manos Sergio García, es probable que su ratio de acierto bajo dichas circunstancias sea mayor que el de una buena parte de sus compañeros de profesión, pero también tiene su parte negativa, que cuando más veces lo intentas, más lógico es, que los resultados menos favorables salgan a relucir.
Todo lo ocurrido ayer en el hoyo 17 también me recordó una clase que nos dio un profesor en el Insitituto de Empresa, sobre la necesidad de elegir bien las faenas en las que lo daríamos todo. Habría días en el trabajo, que con hacer una tarea correcta y cumplir sería más que suficiente, mientras que otros días, tendríamos que arrimarnos más al toro, darlo todo y asumir más riesgos. Es decir, algunos días hay que hacer faenas de aliño y salir vivos, mientras que otros, tendremos que cuajar grandes faenas para mantener nuestro caché. Este símil, me lo suelo aplicar yo en mis recorridos de golf.
Hay hoyos que son peligrosos, casi como trampas, como si plazas de segunda se tratasen, en los que asumir riesgos innecesarios no merece la pena, porque se puede perder mucho. Y cuanto más te la juegues en esas plazas, más probable será que tarde o temprano te acabe pillando el toro. Hay que saber elegir cuando y donde hay que intentar realizar grandes faenas. Para mí, el hoyo 17 de ayer, es un hoyo, en el que con hacer una faena de aliño era más que suficiente, salir con el par era buen resultado, incluso si se tiene un wedge en las manos, si se conseguía el birdie con el putter mejor que mejor, pero teníamos que poder llegar al final al 18 con opciones o incluso al playoff.
Son maneras diferentes de entender el riesgo, son maneras diferentes de valorar muchas cosas, pero visto lo visto ayer, he de reconocer que con la aversión al riesgo tan pequeña que nos demostró ayer Sergio García y lo caro que se pagan los errores en este deporte, ganar es posible, pero perder muchas veces también.