A finales del mes de marzo el Augusta National sufría una dura e intensa tormenta de nieve que se llevaba uno de los símbolos del campo, el árbol de Eisenhower que estaba en el hoyo 17, y que tanto molestaba en su momento al antiguo Presidente de los Estados Unidos. Un cambio importante para uno de los hoyos finales, aunque no sabemos si será repuesto o no en el futuro, pero para esta edición no estará.
Ese ha sido uno de los cambios más importantes, sin embargo, otro de los aspectos que a mi juicio puede tener más influencia en el desarrollo del torneo, es que debido a esa tormenta, también los árboles perdieron también muchas ramas, por lo que eso posibilitará recuperaciones de mayor calidad y menos golpes impedidos.
Si en el post de favoritos para el Masters que escribía ayer, ha hablábamos de la importancia que tiene la pegada en este campo, para evitar el mayor número de golpes posibles desde la zona de 175-220 yardas, la ausencia de numerosas ramas debería favorecer y mucho a los grandes bombarderos del circuito, ya que sus fallos desde el tee, podrían ser tener una menor repercusión gracias a la mayor capacidad que van a tener, al tener ellos palos más cortos en sus manos que el resto de los jugadores. El menor castigo de los fallos, puede ayudarles a tomar la decisión de estrategias donde se busque la máxima distancia desde el tee.
Por lo tanto, ojo con los grandes pegados y con aquellos jugadores dentro de este grupo que sean buenos putteadores, ya que como reconocía Phil Mickelson ayer, si los greenes están a velocidad Masters, la previsión del tiempo es buena, aquí sólo hay 12 jugadores que puedan ganar…
Nota: otra interesante declaración de Phil Mickelson ayer, es que el ha podido siempre hacer cosas extrañas en la configuración para el Augusta National porque no se dejaba ningún tiro entre 90-130 yardas, por lo que podía quitar algunos palos de su bolsa e incluir otros, como el de 64 grados.
