¿Qué tiene jugar al golf que tanto nos engancha?
Cuando echo la vista atrás, me doy cuenta de que desde pequeño siempre he tenido deportes que me han enganchado mucho en distintas etapas de mi vida: fútbol, tenis, mountain bike, surf,… Sin embargo, tarde o temprano, llegaba un momento en el que, tras varios años practicando, uno de esos deportes era abandonado por otro. Sin embargo, tras 15 años jugando al golf, y cuando digo jugando, me refiero a jugar al golf diariamente, el golf sigue presente en mi día a día.
Lo que me engancha para jugar al golf cada día
No puedo negar que el golf tiene días frustrantes. Por ejemplo, esos en los que realmente te llegas a preguntar cómo puedes tener tan poco control sobre la bola, a pesar de la cantidad de tiempo que le has dedicado, sin darte cuenta de que la falta de control de hoy es mucho menor que la falta de control de ayer. Quizás esto, sea uno de los motivos por lo que el golf me engancha.
Solemos decir los golfistas que el golf es un deporte muy injusto, entendiendo esa injusticia como desagradecimiento. Sin embargo, la realidad, al menos como a mi me gusta verla, es otra bien distinta. Si tienes un buen plan de entrenamiento y un buen profesor de golf, tu nivel irá mejorando y con el tiempo te vas haciendo mejor golfista, aunque eso no implique que cuando quieras tener un gran resultado lo vayas a tener. Lo que sí que es muy probable es que si tienes un mal día hoy, será mejor que un buen día de hace un año. El trabajo duro en el golf tiene su recompensa.
Creo que todo el mundo tiene la capacidad de pegar bien una bola aunque sea por pura casualidad, y lo que acaba diferenciando a un hándicap bajo de uno alto, es la frecuencia con la que uno es capaz de pegar buenos golpes. La búsqueda de esa frecuencia es la clave y permanece en el tiempo, independientemente de tu nivel, ya que lo que realmente se modifica es lo que vas entendiendo con el paso del tiempo por un buen golpe.
Llegamos a ser tan inconformistas o sufridores, que hay días en los que no nos llega con dejar la bola al lado del hoyo, sino que, además, hubiéramos preferido haberla pegado en toda la yema y dejarla dada. Es más, si me lo pregunto, creo que prefiero tocarla en plena yema y que la bola siga el golpe que he diseñado mentalmente aunque acabe más lejos del hoyo, que dejarla dada con un golpe que no ha sido el que yo había previsto. Si has llegado a este artículo de casualidad y no juegas al golf, no trato de que lo entiendas, sólo que sepas cómo llegamos a pensar algunos a los que el golf nos ha enganchado.
La mejora siempre es posible, da igual lo bien que hayas jugado o que hayas tenido la mejor vuelta de tu vida. Cuando repasas tu vuelta, siempre encuentras ese par de golpes que podrían haber sido mejores, o dónde podrías haberte ahorrado un par de golpes, por lo que al mismo tiempo que disfrutas de un gran resultado, el golf ya te está dando una razón para volver mañana. En golf siempre se puede mejorar, da igual lo que hayas hecho.
Aunque juegues muchas veces el mismo campo, en realidad no juegas nunca sobre el mismo recorrido. Las condiciones son siempre cambiantes, no dejas siempre la bola en el mismo lie, ni los greenes ni las posiciones de bandera son iguales. Ni que decir tiene que no se juega el mismo campo cuando sopla el viento de un lado o del otro.
Por si no fuese suficiente con que el mismo campo no es siempre igual, qué decir de nosotros mismos. Nunca somos el mismo golfista que fuimos ayer, ni el mismo que seremos mañana. Es más, es probable que las sensaciones que tenías en el tee del uno sean diferentes a las del tee del dieciocho, porque en cada golpe somos o nos sentimos diferentes. Aunque le estemos pegando decentemente a la bola, o todo lo contrario, no siempre nos sentimos igual ante ella y cómo acepta estas situaciones nuestra mente, juega un papel crucial en lo que finalmente acabará pasando en la vuelta.
Tras estos quince años jugando al golf prácticamente cada mañana, quizás el mejor resumen que pueda hacer sobre todo lo que me gusta del golf, es que sé que soy capaz de tutear al campo, pero eso tristemente no implica que lo pueda hacerlo a diario. Hay días en los que el tuteo sale de manera natural, otros en los que hay que ponerse el mono de trabajo para intentarlo y otros en los que simplemente parece imposible querer tratarlo de tú a tú. Cuando pinchamos bola en el tee del uno, no sabemos realmente nunca a lo que nos vamos a tener que enfrentar en ese día de golf. Tal vez esta sea otra de las claves.
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