Masters

El daño que produce la "irrealidad" del Augusta National

Una buena parte del espectáculo que vemos durante la semana del Masters es el campo en sí, un campo en el que el cuidado al máximo detalle se ha llevado hasta límites insospechados ya estemos hablando del propio campo en sí o de los trabajos de jardinería que son necesarios para que el campo tenga la presentación de la que disfrutamos cada año.
El Augusta National es quizás lo más parecido al sueño de cualquier greenkeeper friki que quisiese llevar el cuidado al máximo nivel, para algunos incluso puede ser la versión terrenal de un campo celestial y muchos de nosotros podemos entender dichas razones, pero por muy espectacular y real que sea el Augusta National quizás tan sólo lo tendríamos que tratar como un simple sueño.
Y digo que tendría que ser simplemente un sueño, porque es algo que el resto de campos o jugadores de golf simplemente no nos podemos permitir, ya lo mires desde el punto de vista de recursos necesarios para destinar al mantenimiento del campo, desde el punto de vista del precio de los greenfees o desde el punto de vista del tráfico que padece el Augusta National y cualquier otro campo del mundo.
Alejandro Nagy nos daba una visión parecida en este artículo en el que se habla del Efecto del Agusta National, algo de lo que también hablamos en Golf 76 cuando el US Open de disputó el año pasado en el naturalizado campo de Pinehurst Nº2 , y que ha juicio de Ben Cranshaw, uno de los dos autores del rediseño de Pinehurst Nº2, el futuro del golf será marrón y no verde como el Augusta National, porque la situación actual simplemente no es sostenible, necesitando lo campos ser más eficientes en el riego, disminuir la superficie a regar, etc…
Sí, el Augusta National es un campo increíble, quizás el campo en el que una mayoría de nosotros jugaríamos si el genio de la lámpara nos dejase escoger un campo donde jugar una vuelta, pero sin embargo, no podemos, no debemos pensar que nuestros campos, los campos en los que nosotros jugamos, tienen que parecerse al Augusta National, ya que nunca podemos tener un campo que rivalice con la joya sureña y además simplemente no nos lo podemos permitir, ni desde el punto de vista económico, medio ambiental o de la imagen que proyecta  nuestro deporte.
Sí, disfrutemos de la maravilla del Augusta National, pero también tengamos claro, que nuestros campos, si queremos disfrutarlos durante muchos años, no debieran intentar parecerse al Augusta National.

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