Los Cabrera, los padres, los hijos y el golf
Una de las imágenes de la última jornada del Masters era la dupla formada por Ángel Cabrera y caddie, que no era otro que su hijo. Durante la retransmisión de esa última jornada fueron varios los comentarios que leí en twitter que a modo de resumen, el trasfondo de ellos podría decir algo así: luchar por el Masters tiene que ser increíble, hacerlo con tu hijo llevándote la bolsa…
Son de esas experiencias que padre e hijo tendrán guardadas en sus memorias toda su vida, esa tarde de domingo en el Augusta National en la que padre e hijo compartían paraguas, sonreían, exclamaban antes esa bolas que bordeaban los hoyos… No, no, esas vivencias no se quedaron en el Augusta National, si no que les acompañarán el resto de su vida. Finalmente los Cabrera no se llevaron la chaqueta verde, pero se fueron cargados con lo vivido en una jornada que a buen seguro formará parte de las batallas que el abuelo acabará contando a su nieto.
Siempre he defendido que el golf es un gran deporte para disfrutar en familia, no sólo por los valores de honestidad que transmite, si no porque independientemente de la edad de hijos, padres o abuelos se podrá competir de tú a tu, se podrá disfrutar de un buen día de golf, con sus conversaciones, con sus piques sanos y por supuesto, disfrutando del hoyo 19, porque esos refrescos compartidos después de 5,9 o 18 hoyos, aunque no sean en el Augusta National, son en cada uno de los campos en los que hemos jugado con nuestros hijos, con nuestros padres, donde los vemos crecer, o donde nos han visto crecer y esos momentos quedarán guardados, en nuestra memoria y en su memoria.
Quizás no siempre es fácil salir al campo con los más peques, se necesita paciencia, tiempo, conocer los picos y valles del campo para que esos momentos, se puedan realmente disfrutar, se trata de poder compartir la pasión que uno siente por este deporte, mucho antes que el resultado que unos y otros obtengan, eso queda en un segundo plano, se trata de divertirse, emocionarse, para que ellos acaben contagiándose del mismo virus.Si somos capaz de conseguir inocularlos, esta enfermedad la podremos seguir compartiendo con ellos o ellos con nosotros durante muchos años.
Imagen| Augusta